Alberto Fernández deja el dólar oficial 5 veces más alto que el que recibió y una brecha del 170 por ciento
De los $63 a los que cotizaba cuando asumió el todavía Presidente, operó a $385 en la última rueda de su gestión. El dólar paralelo, en tanto, subió mucho más y la diferencia entre ambos se multiplicó por 14
En la última rueda de una gestión que perdió más de USD 22.000 millones en reservas netas en cuatro años, las autoridades del Banco Central se despidieron con una nueva devaluación, la mayor suba diaria desde el salto de 22% en el precio del dólar oficial el 14 de agosto. El ajuste fue de una magnitud mucho menor -6%-, pero llevó el tipo de cambio oficial por encima de los $400, un valor cinco veces más alto del que recibió el presidente Alberto Fernández. El episodio no está exento de confusión ya que, si bien se operó en $385 y hasta el Banco Nación corrigió la cotización minorista a $400,50, el dólar de referencia conocido en el mercado como A3500 cerró la jornada en $364.
La variación de los últimos cuatro años, de todos modos, es elocuente. Al asumir el actual mandatario hasta el domingo, el precio de la divisa cotizaba a $63, con una brecha cambiaria de casi 20% ya que el billete en el mercado informal se vendía a $71.
La política de atraso cambiario impuesta prácticamente desde el inicio de administración, que se llevó a un extremo en 2021 cuando el dólar oficial permaneció prácticamente planchado durante todo el año en pos de las elecciones legislativas de ese año -en la que el oficialismo sufrió una contundente derrota- derivó en sucesivas crisis cambiarias. La mayor de ellas ocurrió en julio del año pasado, cuando la brecha alcanzó un máximo sólo superado por el nivel actual. En precios de pánico de las cotizaciones financieras y libre del dólar, la diferencia con el oficial alcanzó en ese momento 160%, margen sólo superado por la brecha que deja de herencia de 170 por ciento. La última cotización del dólar informal antes del 10 de diciembre indica que “en la calle” el billete se vende a $990. Es decir que mientras el precio del dólar mayorista se multiplicó por seis de $63 a $385, la brecha lo hizo por más del doble.
En su derrotero, las restricciones cambiarias no hicieron más que acentuarse desde el duro control de importaciones que se impuso a mediados del año pasado, incluso con ingreso récord de divisas. Con el fuerte impacto de la sequía mediante y sin políticas que se adaptaran a ese shock, el grifo se cerró en una proporción tan extrema que, en la herencia que recibirá el presidente electo Javier Milei, se cuenta la voluminosa deuda comercial del Banco Central, estimada por los analistas privados por encima de los USD 50.000 millones por compras de bienes y servicios. Otra vez, una cifra más del doble superior al promedio habitual.
En la economía real, ese nivel de pasivo se tradujo en faltantes de mercadería y de insumos críticos, incluso en el sector de la salud en el que todas las alertas están encendidas por agotamiento de stocks.
La escasez de dólares por la sequía agravó una situación que ya acumulaba un enorme deterioro, con un nivel de inflación rayando los tres dígitos incluso antes del impacto del fenómeno climático. Es que en los cuatro años que cumplirá Fernández, el ingreso total de divisas superó los USD 270.000 millones pese a lo cual la actual gestión dejará al Banco Central completamente vació. De los USD 12.000 millones que contaba el 10 de diciembre de 2019, hoy las reservas son negativas por poco más de USD 11.000 millones.
Detrás de esos números, el inmenso stock de pasivos remunerados de la entidad, que representan el 14% del PBI y la nueva deuda ajustada por variación de tipo de cambio, de impacto similar a los contratos de dólar futuro, por un total de USD 7.000 millones.