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La historia de la Virgen de La Piedad en Santiago del Estero

Corría el año 1932, cuando un 02 de Julio, dejando su cargo de Prefecto del Seminario, en un coche de plaza, con un colchón, su cama y unos cuantos libros, llega a Belgrano Capital sud, el Presbítero Julio César Suárez para hacerse cargo de la Parroquia San José de Belgrano, como primer párroco.

Fundadores de la Iglesia La Piedad junto al Obispo Manuel Tato

Como es sabido en aquella época la zona Belgrano se componía de quintas contados chalets en decadencia, vale decir que venía a enfrentar una austeridad en profundidad y esencia. Tanto es así que no había sillas en que sentarse hasta que la familia Catelier donó las primeras cuatro y la familia Cadro le facilitó la cama. Para poder recorrer su jurisdicción, el Presbítero Suárez debió adquirir un sulqui y el caballo fue prestado por la familia Pastora Santillán de García y de ésta manera hacia su recorrido hasta los límites de la nueva Parroquia San Benito y Upianita distantes de la Ciudad unos 30 Km.

En estos recorridos por los aledaños de la ciudad, observaba que varias familias de origen italiano, dedicados en su mayoría a los tambos y comercios no frecuentaban la Iglesia y meditaba como atraerlos a la PALABRA DE DIOS y cumplimientos cristianos.

A mediados del año 1933 y no habiendo ómnibus, el Presbítero Suárez detiene el paso de la jardinera de Don Antonio Pécora y le pide que lo lleve al centro. Accediendo éste sube el sacerdote y a “quemarropa” le pregunta en serio y en firme que devoción tenían en su pueblo natal (PETINEO) y Pécora le contesta Santa Oliva. El sacerdote le dice “esto no corre aquí en el ambiente” dígame otra y D. Pécora le contesta LA VIRGEN DE LA PIEDAD.

Ahí está, me gusta porque ensambla con una DEVOCIÓN UNIVERSAL: Cristo y la Santísima Virgen María.

Al pasar por Alsina casi frente la morada de la Flia Yagüe, Don Pécora detiene la jardinera y le dice al sacerdote: “dígale a éste italiano que venía de norte a sud sobre el asunto” y el sacerdote lo invita a una reunión; una vez hecha la invitación siguen hasta la Calle Congreso donde el Presbítero se apea para dirigirse al Seminario para dar clases (en cumplimiento de una obligación del Obispado)

Resuelve volver a pie para hacer las invitaciones casa por casa. Llega a las de D. Ángel Storniolo y Juan Presti.

A los ocho días llegan a Belgrano unos ocho italiano; lo encuentran al sacerdote enfermo de gripe y postergan la reunión para una fecha próxima y entonces se presentan unos 40 italianos y por su número y no habiendo otro lugar, la reunión se efectúa dentro del Templo de Belgrano y allí surge una Comisión Directiva presidida por Don Francisco Di Piazza.

Ésta Comisión Directiva resuelve hacer traer una imagen de la Virgen de la Piedad desde la Ciudad de Ciudad de Córdoba y sus fiestas patronales se realizan el último domingo de Agosto. El espíritu dinámico del joven sacerdote y la decisión de la colectividad hacen que llegue a tener tanto auge ésta devoción que acapara la atención y curiosidad de toda la ciudad capital llegando a congregar unos 10.000 parroquianos.

Como toda obra humana, aunque sobrenatural en su objetivo, comienza una época sinsabores para el párroco, por los desacuerdos entre los miembros de la colectividad, cada vez que debía renovarse un presidente ya que la mayoría tenía problemas por razones de trabajo y dedicación a sus oficios.

A pesar de todo y andando el tiempo, la Asociación logró reactivar el sentimiento patrio por los recuerdos en esos días de la Patria lejana (Italia): despertar la Fé Cristiana heredada de sus antepasados; socialización de la piedad y una función integradora pertenencia a la Iglesia: ser IGLESIA Y HACER IGLESIA en el tiempo.

Con el correr del tiempo, la imagen sale de Belgrano, se traslada a Castelli y Santa Fé, a donde hoy se levanta una obra descollante digna de elogio y admiración. Protagonistas destacados son Don Santi Fulco y Muratore (hijo de Don Rosario)

Una vez más se cumple lo que dice el Evangelio: “la Iglesia es como un grano de mostaza, nace de una semilla insignificante y se transforma en un árbol frondoso”. La mente del sacerdote fundador no llegó a vaticinar que aquella idea surgida en una JARDINERA, pudiera transformarse con el tiempo, en una obra que llegará a ser para éste barrio y para la iglesia, un motivo de orgullo.

En aquel tiempo ya existían la Sociedad Italiana y la Sociedad Española; ésta tenía su patrono a Santiago Apóstol y como Patrona la Virgen del Pilar a las que anualmente los españoles rendían fervoroso culto; el Presbítero Suárez desde el comienzo de la devoción de la Virgen de La Piedad, venía luchando para que la Sociedad Italiana tomara como Patrona la Virgen de La Piedad y esto llegó a concretarse gracias al apoyo del Vice-Cónsul de Italia Presidente de la Sociedad Italiana Don Osvaldo de Marco y el empeño esforzado del Presidente de la Asociación Virgen de La Piedad Don Santi Fulco y su compañero Muratore y demás miembros.