Perpetua para el santiagueño que mató a martillazos a su pareja paramédico
El acusado “Nacho” Rodríguez escuchó la sentencia y de inmediato fue trasladado al Penal, mientras que su madre afirmaba que el paramédico hostigaba a su hijo. Un caso que conmocionó por la crueldad del asesinato
Un santiagueño fue condenado a prisión perpetua por asesinar a martillazos a su pareja, un paramédico cordobés.
El tribunal condenó a prisión perpetua a José Ignacio Rodríguez, un joven de 22 años oriundo de Ojo de Agua, hallado culpable de haber asesinado a martillazos a su pareja, el paramédico Guillermo Ríos (41), en un hecho ocurrido en diciembre de 2023 en la localidad cordobesa de Las Rabonas, Traslasierra.
El tribunal lo consideró responsable de homicidio doblemente calificado, por el vínculo y por alevosía, además de hurto calamitoso reiterado en dos hechos.
El veredicto se dictó en el marco de un juicio con jurados populares que generó una fuerte expectativa social, tanto en Villa Dolores como en la pequeña comunidad de Traslasierra, donde el crimen causó conmoción.
Junto a Rodríguez también había llegado a juicio Rocío González, de 22 años, quien mantenía una relación paralela con el acusado. La joven fue imputada inicialmente por homicidio, pero el jurado decidió absolverla de ese cargo. Sin embargo, fue condenada a un año y nueve meses de prisión en suspenso por el delito de encubrimiento.
La decisión generó la indignación de la familia de la víctima, que esperaba una condena mucho más severa para ella. “Nosotros creemos que ella participó en la muerte de mi hijo, debería haber tenido perpetua como Rodríguez”, expresó con dolor Doris Pereyra, madre de Guillermo Ríos, en diálogo con la prensa.
El caso quedó marcado por la compleja relación sentimental que mantenían los protagonistas. Rodríguez convivía con Ríos en Las Rabonas como pareja estable, pero al mismo tiempo sostenía un vínculo amoroso con González. Según la investigación, esa trama de tensiones derivó en un final atroz: Rodríguez atacó brutalmente a Ríos con un martillo mientras dormía, lo que configuró la alevosía reconocida por el tribunal.