Karina Milei versus Santiago Caputo: por qué las cartas del asesor están echadas
El enorme poder que durante los primeros dos años de gestión libertaria supo construir Santiago Caputo hoy está en estado vegetativo. El asesor estrella ya no incide en el día a día del Gobierno y está cerca, muy cerca, de perder sus cajas: la SIDE, YPF, ARCA y Justicia, entre las principales. Karina Milei y los primos Menem, “Lule” y Martín, van por ellas, lo cual reduciría la influencia de Caputo a algo testimonial. Sucede que la hermana del Presidente, la gran adversaria del asesor en la mesa chica del mileísmo, se auto-empoderó tras el inesperado triunfo en las elecciones de octubre, cuyo resultado -con la anuencia de Javier- atribuyó a sus propios méritos y al trabajo territorial de los Menem, más que al salvataje económico de Washington que Caputo consiguió gracias a sus nexos con la administración de Donald Trump. Una lectura sesgada la de la hermana en cuanto a quién le pertenece la victoria.
Lo cierto es que, con el resultado puesto, Caputo intentó cobrarse el favor de haber conseguido el megapréstamo del Tesoro norteamericano. Primero se postuló a la Jefatura de Gabinete, sabiendo que Guillermo Francos estaba con un pie afuera. Pero no pudo ser porque Karina rellenó esa vacante con Manuel Adroni, el ex vocero, un soldado suyo. El plan B de Caputo fue proponerse como su superministro del Interior porque el titular de esa cartera, un discípulo de Francos, también se iba a su casa. Tampoco se le dio porque la hermana le obturó ese puesto con la designación del ex amarillo y hoy “karino” Diego Santilli. ¿Conclusión? El asesor estrella, que hace poco hablaba de un “take over” del Gobierno por parte suya, sigue sin cargo formal, vegentando en las sombras, y con sus cajas en la mira de sus rivales internos.
Si Caputo aún no renuncia -porque pareciera que Karina lo está empujando a eso- es porque lo sostiene el Presidente, quien, en su particular psicología, lo considera un amigo del alma. Javier no quiere desprenderse del asesor, pero no sabe cómo defenderlo ante el avance de su hermana. Casi un dilema familiar en el que quedó entrampado Caputo, y al cual se expuso él solo por intentar rivalizar con quien ostenta el monopolio emocional del líder libertario, su hermana. Una idea tan buena como la de jugar con los bigotes de un león.
